Currilla Vazquez


Es entrañable recordar ¿verdad?
He querido compartir con vosotros tantos y tantos
preciosos recuerdos de mi niñez, que me llenan
de ternura el corazón.

Traductor


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Blanca Nieves Y Los Siete Enanitos

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La Bella Y La Bestia

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Hansel Y Gretel

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La Sirenita

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Melisa

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La Princesa Y El Viento Del Norte

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Hijo del Sol

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Los Tres Deseos

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12 de diciembre de 2009

El Hada Azucena

El hada Azucena contempló su imagen reflejada en
las claras y profundas aguas de la charca.


¿Por qué no tendré alas?
-Sollozaba-.
¿Seré un hada mala?
Con los ojos arrasados en lágrimas, no ver la preciosa
figura que se reflejaba en el agua.
Sólo cuando la reina de las hadas le habló, alzó la mirada.



-No eres un hada mala, Azucena.
Pero todavía te quedan algunas cosas por aprender.
Ada, sécate los ojos y dime que ves reflejado en la charca.
-Veo una reina bellísima y.....a un hada fea y desesperada.
-Aquí no hay hada fea, Azucena, sino un hada
muy bonita que funde el ceño.
Las hadas no deben fruncir el ceño, sino sonreír.
Azucena contempló su enfurruñada imagen y sonrió.
-Tienes razón, es muchísimo más fácil.
-Otra cosa que deben hacer las hadas -dijo la reina-
Es....Escuchar con atención.
Nunca se sabe quién puede llamarnos pidiendo ayuda.
Ahora vete a casa y recuerda mis palabras.
A primeras horas del día siguiente, Azucena se
despertó con el canto de mirlo.
Gracias, mirlo -dijo, al salir de su casa.
Sonrió a las flores y escuchó los murmullos matutinos.
En esto oyó un ruido extraño que procedía de la charca.
Avanzó de puntillas y miró por entre los juncos.
En la otra orilla había una niña llorando desconsoladamente.


-Hola, ¿qué te sucede?
La niña dejó de llorar y la miró.
-Soy Azucena, un hada, y quizás pueda ayudarte.
La niña cogió su osito de peluche, que yacía sobre la
hierba, y dijo entre sollozos:
-Se me ha roto, y tiene la carita toda sucia.
-Veamos..... ¡Pobre osito!, está hecho una pena.
Pero no te apures, creo que tengo la solución.
Azucena sacó del bolsillo una cajita de polvos mágicos y
mientras echaba unos pocos sobre el rostro del osito, cantó:
"Polvitos mágicos, yo os imploro que
deis a este osito, un nuevo rostro"
Se produjo entonces un resplandor plateado y al
instante el osito tuvo un nuevo rostro, limpio y bello.
-¡Oh, gracias, muchas gracias!
Mi osito es aun mucho más bonito que antes.
Iré a casa a enseñárselo a mi mamá.
Y la niña se fue corriendo, muy contenta.
Al día siguiente, cuando estaba en el jardín, oyó un
fuerte ladrido seguido de un gemido y el estrépito de
latas arrastradas por el suelo.
Azucena salió precipitadamente a ver si podía ayudar.
Y........Junto al camino vio a un pobre perrito.




Intentaba de desprenderse de un montón de
latas atadas a su cola.
-¡Pobrecillo! ¿Quién te ha hecho esto?
-Esos endiablados chiquillos que viven cerca de aquí.
-Se lamentaba el perro.
Ellos se han divertido mucho, pero... ¡No me hace gracia a mí!
-Te comprendo.
No te muevas, mientras intento deshacer los nudos.
Pero estaban atados muy fuertes.
Azucena echó, pues, unos polvitos mágicos sobre
la cola del perro, cantando:
"Polvitos mágicos, desprender al momento
estas latas de la cola del perro"
Al instante desaparecieron las latas.
El lindo perrito, expresó su agradecimiento con un ladrido
y, meneando su cola muy contento, prosiguió su camino.

Azucena fue a sentarse un rato junto a la charca.
Se había levantado viento y el agua se agitaba entre los juncos.
Cuando volvió a calmarse, Azucena vio su imagen reflejada.
-¡¡Mis alas!!
Casi han crecido del todo.
¡Qué hermosas que son!



Entonces, oyó una voz que se lamentaba:
-Pepito, ¿dónde te has metido?
Y......Apareció una anciana.
-¡Ay de mí! Olvidé cerrar la verja, y se escapó mi patito.
¡Ojalá no le haya sucedido algo malo!
-No se aflija, yo daré con él.
Siéntese y descanse un rato.
Azucena echó a andar por el bosque, llamando a Pepito.
Al fin oyó un débil ruidito y siguió la dirección del
sonido, hasta llegar donde se encontraba Pepito.
Estaba prendido en una zarza.
Azucena echó unos polvitos mágicos, en la zarza y canto:
"Polvitos mágicos, liberad a pobre Pepito
de la zarza en que se halla prendido"
Se produjo un resplandor, y Pepito quedó libre.
La anciana se puso muy contenta.



Azucena estaba muy cansada, y era víspera de Navidad.
Deseaba regresar a su casa y meterse en la cama.
-¿Por qué no intentas de volar?
Azucena se volvió y vio a la reina de las hadas.
-Te felicito, querida.
Como todas las hadas buenas, has aprendido a sonreír y
a ser amable con los demás.
¡Vuela, querida!
Azucena jamás se había sentido tan feliz.
¡Por fin era un hada como las demás!






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