Había una vez.....
Una preciosa joven que, después de quedarse
huérfana de padre y madre, tuvo que vivir con
su madrastra y dos hijas que tenía esta.
Las tres mujeres eran malas y egoístas.
La joven era explotada por ellas.
Era ella quien hacia todo el trabajo más duro de la casa.
Además de cocinar, fregar, etc. ella también tenia
que cortar leña y encender la chimenea.
Así sus vestidos estaban siempre llenos de ceniza,
por lo que todos la llamaban Cenicienta.
Un día se oía por todas partes del país, que el
Príncipe había regresado.
El Rey muy contento, iba hadar una fiesta, a la que
invitaría, a todas las jóvenes del reino, con la
esperanza del que el Príncipe encontrara, en
una de ellas, la esposa deseada.
El día de la fiesta, sus hermanas empezaban
a prepararse y decían a Cenicienta:
-Tú no iras, te quedarás limpiando la casa y
haciendo la cena para cuando volvamos.
Cenicienta vio partir a sus hermanastras hacia
El Palacio Real, y se quedó, muy triste y sola.
Se puso a llorar desconsoladamente, y.....

De pronto se le apareció un hada y le dijo:
-Querida niña, sécate las lágrimas, porque tú
también irás al baile.
Y le dijo Cenicienta:
¿Pero cómo si no tengo vestido ni zapatos,
ni carruaje para llevarme?
Y el hada, con su varita mágica, transformó, una
calabaza en carruaje, unos ratoncillos en preciosos
caballos, y a Cenicienta en una preciosa joven que
más se parecía a una princesa.
Y le avisó:
-Tu iras al baile, pero con una condición:
Cuando el reloj de Palacio den las doce campanadas
Tendrás que volver en seguida, porque
el hechizo se acabará.
Hermosa y feliz, Cenicienta llegó a Palacio.
Y cuando entró al salón del baile.......
Todos pararon para mirarla.
El Príncipe se quedó enamorado de su belleza
y bailó con ella toda la noche.
Pero, al cabo de algunas horas, el reloj del Palacio
Comenzó a sonar, y Cenicienta se despidió del
Príncipe, cruzó el salón, bajó la escalinata y entró
en el carruaje en dirección a su casa.
Ella perdió uno de sus zapatos, que el Príncipe
recogió sin entender nada.
Al día siguiente, el Príncipe ordenó a sus guardias,
que encontraran a la señorita que pudiera
calzar el zapato
Los guardias recorrieron todo el reino.
Todas las doncellas se probaron el zapato,
Pero a nadie le sirvió.
Por fin....Llegaron a casa de Cenicienta.
Y cuando ella se lo puso, todos vieron que:
¡¡Le estaba perfecto!!
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